
Sed mal saciada
Fecha: 2025-03-31
Bíblico: “Como el ciervo anhela las corrientes de agua, así suspira por ti, oh Dios, el alma mía. Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo; ¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?" (Salmos 42:1-2)
Complementario: Salmos 63:1; Jeremías 2:13; Salmos 23:1
Devocional: Nuestra alma tiene sed de Dios, esto es una constante en la Palabra de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento, que nos habla acerca de la sed, la cual únicamente podrá ser saciada por medio de Cristo. Constantemente, las personas andan manifestando sed, algunos de poder, de adquirir bienes, otros de posesiones, otros tienen una sed emocional, de aceptación en su vida, convirtiéndose en mendigos de amor. Todos andan buscando cómo saciarla y en ocasiones lo hacen de cualquier manera, de una forma equivocada. Pero cuando se ingiere lo que no se debe, se causa una indigestión, aparecen los dolores estomacales (cólicos y retorcijones) y la enfermedad, esto es precisamente lo que muchos experimentan en su vida, un malestar espiritual. Viven con cólicos espirituales, se van retorciendo en su vida y en su alma porque eso no sacia. Lo que nos dice la Palabra de Dios es algo fundamental en lo que concierne a aquellos ríos de agua viva, que son necesarios; para nosotros es necesaria el agua que Él nos da, la cual no es una agua estancada, sino son los ríos de agua viva. No podemos confundir las aguas estancadas con las aguas tranquilas y de reposo. Las aguas estancadas se dañan, mientras las aguas de reposo, las aguas tranquilas, representan el tratamiento de Dios a nuestra vida. Es la manera como vamos bebiendo de Él, y como Él nos da a beber cada vez más y más de sí. Necesitamos entonces renovar nuestro espíritu a todo nivel al igual que el cuerpo y el alma, así lo entendemos en su Palabra. Con la vida de nuestro padre Abraham aprendimos que, aunque su cuerpo se iba desgastando, marchitando, su interior cada vez se iba renovando. Es evidente que nuestro cuerpo va envejeciendo, la salud se va vulnerando y esto es inevitable. Nuestro sistema con el paso del tiempo va a ser menos eficiente y nuestro corazón y capacidad pulmonar serán cada vez más débiles. Pero la Palabra de Dios dice que en el Señor nuestro interior cada vez se va renovando más y más; que el espíritu, el corazón y el alma se renuevan por medio de los ríos de agua viva. Y esta debe ser nuestra petición constante a Él, que vaya renovando permanentemente todo nuestro ser.
Oremos: "Amado Señor, hoy me acerco a ti con todo mi corazón, declarándote que necesito que en mi interior corran aquellos ríos de agua viva, que fluya el fruto del Espíritu Santo en mi vida. Es una necesidad, porque la lluvia cuando cae, cuando desciende sobre mi vida, lleva fruto, y el fruto es aquel que viene del Espíritu Santo, es amor, es gozo, es paz y todo aquello que tú tienes para mi vida. Te doy gracias porque tú suples toda mi necesidad, porque tú sacias toda mi sed".